No es raro que cada 15 días algún amigo me abra una conversación por el Whatsapp preguntándome acerca de qué cámara u objetivo debe comprarse. Sin embargo, hay un accesorio que pasa muy desapercibido y al que la gente no suele prestarle mucha atención. Ese es el trípode. Una pieza fundamental para los que realizan fotografía de paisaje o entran de lleno en otras disciplinas como la fotografía de producto o de arquitectura.
Sí. Muchos de vosotros pensaréis que tratando con cuidado vuestro sencillo trípode de frágil construcción dará igual. Total, si sólo tengo que hacer unas fotos rápido, en un momento. Pero más tarde suelen venir los disgustos. Aún recuerdo un rodaje en el que una buena cámara de vídeo con una óptica Zeiss «pata negra» se fue al suelo. La broma salió cara. Objetivo roto. Y todo por culpa de un trípode sencillo, que no era capaz de soportar el peso de la cámara.
Por ello, escribo este post para que por lo menos penséis un momento si antes de adquirir otra óptica que casi nunca vais a utilizar o un gadget muy molón, sería una mejor inversión destinar ese dinero a un buen trípode. Lo principal en estos casos es que os decantéis por una marca fiable y contrastada que os asegure estabilidad para muchos kg de cámara. Cuanto más estable sea, mejor. Daros cuenta que además del peso de la cámara, hay que contar con las rachas de viento. Lo ideal es un trípode estable de carbono, ya que además resulta muy ligero para transportarlo de un lado a otro. De todos modos, si se os van de presupuesto, hay opciones de aluminio relativamente ligeras y que garantizan una óptima estabilidad. Por mencionar algunas marcas, echad un ojo a modelos de firmas como Vanguard, Manfrotto, Benro o Gitzo.
Todo esto está muy bien, pero fijo que queréis que me moje diciendo el que yo uso. Pues bien, en mi caso comentar que me decanté por el modelo 055 de Manfrotto. Es un trípode muy estable que soporta sin problemas hasta 8 Kg de peso. Por si fuera poco, equipa una columna central desmontable que me permite sacar imágenes desde prácticamente cualquier ángulo, y con las patas extendidas ofrece una altura considerable. Si buscáis algo un pelín más ligero y no vais a necesitar mucha altura, os recomiendo el modelo 190 de este fabricante italiano.
En cuanto a la rótula, aquí sí que soy un poco maniático. No soporto las rótulas de bola. No termino de acostumbrarme a ese sistema y me da la sensación de que a veces se mueven más de la cuenta. Así que para ir con confianza equipé mi trípode con una X-PRO 3 Way con la que estoy encantado. Gracias a sus palancas y controles de fricción, resulta muy sencillo encuadrar, tanto en trabajos de estudio como en exteriores. Este conjunto es mi equipo principal. Sólo empleo otro trípode más pequeño cuando tengo que viajar en avión y no quiero tener problemas con las dimensiones con las aerolíneas.
Leave a reply